Si el niño no se calma a pesar que lo ha distraído, asegurado sus necesidades básicas y no ha detectado algún síntoma que pudiese explicar el origen del llanto, debe contactarse con personal de salud. Nunca medicarlo sin la asesoría de expertos.
Si tu hijo se calma, se ve en buenas condiciones generales y no hay otros síntomas asociados, debes observarlo, y contactarte con personal de salud ante algún cambio en el estado del menor.